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Construir al Enemigo

Por Camilo Alcalde

En su ensayo "Construir al enemigo", Umberto Eco desarrolla una tesis fundamental: toda sociedad o grupo humano necesita un enemigo, y si no lo tiene, debe construirlo. Esta necesidad surge de varios mecanismos sociales interrelacionados. En primer lugar, las sociedades definen su identidad no solo por sus propias características compartidas, también por oposición a lo que consideran ajeno o amenazante. El enemigo funciona como ese "otro" contra el cual el grupo puede contrastar y fortalecer su propia identidad

 

La presencia de un enemigo común también cumple una función cohesionadora crucial, pues fortalece los lazos internos y la solidaridad entre los miembros del grupo, generando un sentido de propósito compartido y unidad. Además, el enemigo sirve como un receptor de las tensiones y frustraciones sociales internas, actuando como una válvula de escape que permite canalizar los conflictos hacia el exterior en lugar de que estos erosionen la cohesión del grupo.

 

Este mecanismo de construcción del enemigo encuentra particular resonancia en la comunicación política electoral contemporánea. Así como toda estrategia de campaña presta especial atención a la construcción narrativa del candidato, su historia personal y sus valores positivos, sería incompleta si no considerara la contra narrativa sobre los oponentes. Esta práctica no se limita necesariamente a ataques directos, sino que se centra en realzar y reforzar percepciones negativas ya existentes.

 

Un caso paradigmático de esta estrategia es Donald Trump, quien ha demostrado una notable habilidad para nominalizar (etiquetar bajo un nombre) a sus contrincantes, incluso dentro de su propio partido. Sus apodos estratégicos como "Little Marco" para Marco Rubio, convirtieron la juventud en un defecto de inexperiencia e inmadurez en lugar de una cualidad de vitalidad y energía; "Sleepy Joe" reforzó la percepción de Joe Biden como una persona aburrida y poco enérgica; el "Crazy Sanders" le restó importancia a Bernie al hacerlo ver senil o poco cuerdo, o "Crooked Hillary" para reforzar los cuestionamiento de corrupción de Hillary. Estas no son meras ocurrencias, sino herramientas calculadas para transformar características percibidas en defectos de la personalidad.

 

Sin embargo, esta práctica trasciende las fronteras ideológicas y partidistas. La construcción del enemigo político es una herramienta que, utilizada estratégicamente, puede ser efectiva desde cualquier posición del espectro político. Lo crucial es entender que la identidad e imagen pública del oponente no debe dejarse al azar ni a su propia definición

 

Es importante señalar que este enfoque no implica necesariamente que una campaña deba ser negativa o abandonar su carácter propositivo. Por el contrario, la construcción del enemigo político debe integrarse en una estrategia más amplia que mantenga un equilibrio entre la diferenciación del adversario y la promoción de valores y propuestas positivas.

 

En conclusión, la teoría de Eco sobre la construcción del enemigo encuentra una aplicación práctica y sofisticada en la política moderna, donde la definición del adversario se ha convertido en un elemento crucial de la estrategia electoral. El desafío radica en utilizar esta herramienta de manera responsable, sin caer en la demagogia o el extremismo, manteniendo siempre el respeto por las instituciones democráticas y el debate constructivo

 
Marcha Colombia


 
 

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