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La batalla electoral por el centro político, por Jaime A. Móvil

Actualizado: 24 sept

En medio de un país cada vez más polarizado, parece que ser de centro es mostrarse como la opción más viable, “racional” e incluso conveniente, hablando en términos electorales, pues una encuesta publicada en octubre de 2020 por Cifras y Conceptos afirmó que el 53 % de las personas de este país se consideran de centro, aunque la mayoría de estas no puedan definir con exactitud cuáles son las ideas que defienden o qué temas le son afines. Dicho esto, podríamos aseverar que en el centro existe un caudal de votos importantes y sin identificación, y que es donde están los indecisos. La mayoría de los votos duros ya tienen más o menos definidas sus líneas, que son claramente los extremos o quiénes, según su ideario, los representan, llámese Uribe o Petro.

Como prueba del auge electoral que está teniendo el centro y su repercusión directa en los considerados extremos, tenemos a Brasil en sus más recientes elecciones municipales, en las que los grandes derrotados fueron Lula da Silva, de extrema izquierda, y el presidente Bolsonaro, de extrema derecha, lo que dio paso a al centro derecha en este país, que por más de 15 años había transitado entre extremos.

En consecuencia del panorama regional que se avizora, los políticos en ejercicio y los nuevos liderazgos que están emergiendo pretenden vestirse de centro, algunos con justos idearios; otros, por mero cálculo oportunista y electoral. Lo cierto es que considerarse de centro está de moda y la ciudadanía reconocerá a quien se proclame de este ideario porque lo concibe como alguien moderado, alejado de los debates incendiarios y desgastantes que han socavado la política. Pero no olvidemos que esto también tendría sus implicaciones y riesgos; de hecho, Margaret Thatcher, la reconocida Dama de Hierro y ex primera ministra de Reino Unido, al referirse al centro político, asegura que “estar en el centro de la carretera es muy peligroso, te atropella el tráfico de ambos sentidos”. Se me viene entonces a la cabeza Claudia López, alcaldesa de Bogotá: ¿le estará costando ser de centro y por eso hoy es blanco de múltiples ataques de ambos lados?, esto sin dejar de reconocer sus tantos desaciertos comunicacionales que han dado pie a las críticas, además de su mala compañera llamada soberbia.

Seguro para el 2022 veremos volcada la batalla electoral por el centro, que determinará quién ganará las elecciones. Por eso desde ya algunos extremos presumen su “inexistencia” tratando de convidar a las personas a que se consideren de este espectro político. En corolario, hoy el centro es una nueva realidad que toma vida ante el hartazgo de la ciudadanía y el desencanto para con la política: la gente se está cansando de los extremos y quiere opciones más racionales.

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